La resurrección es el poder que tuvo Cristo para volver a la vida con un cuerpo inmortal, glorificado; a gran diferencia de la “reencarnación” que enseña que el ser humano, regresa a la vida con el mismo cuerpo. La resurrección muestra al Cristo triunfante y vencedor de toda religión e ideología.
Luego que el Señor es entregado al pueblo por el pusilánime Pilato, y sufre escarnios, burlas y hasta es golpeado hasta desfigurarle su rostro, es crucificado en una cruz, muere, es sepultado en el sepulcro del rico José de Arimatea y resucita de entre los muertos, el primer día de la semana.
Las mujeres compraron especies aromáticas para ungir al Señor; es decir, ellas no creyeron en la resurrección, tampoco los discípulos; pero el Ángel les da las buenas nuevas que el Señor no esta en la tumba, ha resucitado; las mujeres corrieron con la noticia a los apóstoles y así se ha divulgado la noticia al mundo entero, durante dos mil años.
La resurrección es la base de fe del cristianismo. Es la doctrina superior de la humanidad. No hay un solo líder del mundo que haya revivido, peor resucitado de entre los muertos. Ni Confucio, Buda, Mahoma, Gandhi, ni los grandes filósofos y seres humanos distinguidos; han resucitado como el Señor Jesucristo lo hizo.
La vida, muerte y resurrección de Cristo, fueron extraordinarias. Él es santo y sublime, ya que nunca pecó. Solo Cristo perdona y limpia de todo pecado y nos hace una nueva persona.
Si alguien le pregunta por que cree en Dios, dígale porque Cristo vive, Él venció la muerte y por eso testificamos de su poder y amor.